Cuando implosionó la URSS se dijo que la guerra fría había acabado. Wikipedia dice lo siguiente sobre ella: “La Guerra Fría fue un enfrentamiento político, económico, social, ideológico, militar e informativo iniciado tras finalizar la Segunda Guerra Mundial”, etc. etc. La datación histórica se establece desde 1947 a 1991. Esa es la idea, sobre todo cronológica, que ha quedado marcada para la historia. Pero ¿todo esto es real? Si cogemos la historia de Rusia veremos que desde mucho antes ha sido considerado un país singularmente molesto y especialmente apetecible para los más poderosos. En la conferencia que dio Elvira Roca Barea, --autora entre otras muchas obras de Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español--, en el Museo Ruso de Málaga (disponible en You Tube) descubrimos que ya desde el siglo XVIII se comenzó a decir cosas extrañas y despectivas sobre ese país (en este caso Francia), con fines, más que culturales, belicosos. Así podríamos retroceder aún más, incluyendo mongoles, lituanos solos o en confederación con polacos, suecos (estos también solos), teutones, franceses, otomanos, ingleses, etc. Pero todo esto, siendo parte de la historia de Rusia, escapa al periodo de la guerra fría y corresponde a un largo itinerario de contracciones y expansiones del territorio ruso que es difícil de resumir; aunque estaría bien que se conociera como antecedente de una fobia (la rusofobia) que se parece bastante a la hispanofobia que el mundo anglosajón ha sembrado contra nuestra historia, como si la de ese mundo, el de la angloesfera, fuera mejor.