Mientras los pescadores de a pie luchan por sobrevivir y llevar un plato de comida a sus familias, el Conselleiro do Mar, Alfonso Villares, parece haber convertido su gestión en una obra maestra de contradicciones. Según denuncias y testimonios, los patrones de las cofradías actúan con total impunidad, navegando en chalanas que vuelcan con tripulantes no enrolados bajo la mirada complaciente de los vigilantes Gardapescas. Mientras tanto, los pequeños pescadores son criminalizados y sancionados sin piedad durante la veda del pulpo, incluso cuando sus únicos "delitos" son la necesidad de trabajar y alimentar a sus seres queridos.
